Cerezas van por record exportador de 250 mil toneladas
Nuevas plantaciones y lluvias invernales fortalecerán la producción en la temporada 2020-2021. El retraso del año nuevo lunar permitirá casi tres semanas más de ventas.
El Comité de Cerezas y la Fundación para el Desarrollo Frutícola, FDF, trabajan con representantes de empresas cereceras para desarrollar un manual de prevención y contención del coronavirus.
Según Cristián Tagle, presidente del comité, el documento debería estar listo dentro de un mes.
“Valoro mucho que las exportadoras y los agricultores están muy preocupados por enfrentar de forma seria el problema. Nosotros vamos a abrir la temporada de exportaciones y el documento que generemos va a ser de referencia para toda la industria frutícola”, sentencia Tagle.
A mitad de la semana pasada cayó una helada por casi una hora en San Francisco de Mostazal (Región de O’Higgins). John Botto, agricultor de origen estadounidense está avecindado, tiene como principal preocupación revisar las yemas.
“Estamos a unas dos semanas de que comience la floración de las variedades más tempranas. Estamos preocupados del control de heladas. Hasta ahora los procesos de las plantas han ido un poco más lentos, por la menor acumulación de horas de frío en otoño e invierno”, afirma Botto.
El cerecero, en todo caso, está tranquilo. Recuerda que el año pasado la disponibilidad de agua para riego fue crítica. Este año, en cambio, la situación luce mucho mejor. No solo llovió más en invierno, sino que se acumuló más nieve en la cordillera de los Andes. Esa es una cuenta de ahorro para los riegos de verano.
“Los embalses se van a llenar en esta temporada”.
Botto está en una zona temprana para las cerezas. Su trabajo comenzará a ser replicado por sus colegas desde Curicó a Osorno. Como la mayoría de ellos, el agricultor de San Francisco de Mostazal está en plena etapa de crecimiento. El cultivo es, por lejos, el más rentable del agro, y Botto tiene nuevos potreros que entrarán en producción. El año pasado produjo casi 700 toneladas y, si no hay un gran descalabro, este año debería producir 800 toneladas.
Aunque no hay cifras oficiales actualizadas, en la industria se estima que cada año entran entre 3.000 a 4.000 hectáreas en producción.
Tras el crecimiento están los retornos, que parecen soñados. El financiamiento bancario de los proyectos de cerezas trabaja con un retorno a productor en torno a US$ 3,5 por kilo. Sin embargo, la última temporada se registraron retornos en torno a los US$ 6 por kilo hasta antes de que se cerrara el mercado chino por el brote de coronavirus.
“Lo que ha pasado con las cerezas no respeta la teoría económica. Temporada tras temporada se ha aumentado el volumen exportado y el precio sigue alto. Incluso el año pasado subieron, por lo menos hasta antes de la aparición de la pandemia. Se ha hecho un gran trabajo en cuanto al tipo de producto que se está enviando y al trabajo de márketing del Comité de Cerezas y la capacidad de comercialización de los importadores chinos”, afirma Manuel José Alcaíno, presidente de Decofrut.
En todo caso, las cerezas son un rubro para gente a la que le gustan las emociones fuertes. Su cosecha es más temprana, parte en noviembre, lo que la expone más a problemas climáticos. El cultivo primaveral juega al límite con las heladas de fines del invierno y de inicios de la temporada. También se complica con las lluvias de primavera.
La última temporada agregó un nuevo peligro. Con el mundo sumergido en el coronavirus, la sanidad y la logística se convirtieron en un área de alta tensión. En la última temporada, las autoridades chinas cerraron los puertos a fines de enero. Además, la actividad de los centros de distribución se detuvo. Tras unas semanas de espera, hubo productores que tuvieron que rematar sus contenedores a precio inferior al costo de producción.
Por eso, en la industria de las cerezas se sigue con mucha atención el comportamiento de las autoridades sanitarias chinas. Después de todo, a ese mercado se exporta más del 90% del volumen cerecero chileno.
En el frente interno, el Comité de Cerezas trabaja a todo vapor para sacar en las próximas semanas un manual de buenas prácticas para controlar y atenuar el impacto del coronavirus en la cosecha y procesamiento de las frutas.
“Estamos muy optimistas respecto de la temporada 2020-2021. Tenemos asegurado el riego gracias a las lluvias. Además, tanto los agricultores como las exportadoras se han tomado muy en serio las medidas contra el coronavirus. Seremos capaces de asegurar un altísimo estándar de inocuidad a los compradores y a las autoridades de China”, afirma Cristián Tagle, presidente del Comité de Cerezas.
El desafío no es menor, pues en esta nueva temporada todo indica que se romperá un nuevo récord de producción en las cerezas.
Llegaron las lluvias
Sebastián Warnier tiene una responsabilidad bastante grande sobre sus hombros. Es el gerente agrícola de Garcés Fruit, la mayor exportadora de cerezas de Chile.
“La temporada pasada estuvo marcada por la falta de lluvias, que en algunos casos fue extrema. Aunque la ausencia de precipitaciones ayudó a que no se presentaran enfermedades y que las frutas llegaran con buena condición a China, la verdad es que si volvíamos a tener un año así, la producción de cerezas iba a recibir un fuerte golpe. Afortunadamente, llovió muy bien en junio y en el invierno se pudo regar bien los cerezos”, sostiene el ejecutivo.
La llegada del agua fue un respiro para los productores, especialmente los que están ubicados en la Región de O’Higgins, la zona productiva de cerezas más afectada por la sequía.
Eso sí, este invierno no todo ha sido tranquilidad. Warnier reconoce que las horas de frío han sido menores a las del año pasado. Aunque las distintas variedades de cerezos necesitan diferentes niveles de acumulación de horas de frío, ese elemento es relevante para la formación de los nuevos frutos. A mayor acumulación de horas de frío, mayor es el número potencial de frutas que puede producir un árbol.
Óscar Carrasco, asesor de producción de cerezos, estima que en la zona central hay cerca de 30% menos de acumulación de horas de frío respecto del año anterior. Esto disminuye el potencial de cuaja.
“Venimos de un verano caluroso, en que tuvimos déficit de agua. Las plantas desarrollaron menos reservas de carbohidratos y nitrógeno. En zonas más cálidas, como Rapel, Melipilla, Coltauco y Sagrada Familia, se nota la menor acumulación de horas de frío”, sostiene el asesor.
En todo caso, Carrasco cree que las temperaturas también traen buenas noticias. El clima actual, gracias al comportamiento del mar, hace menos habitual el desarrollo de heladas, el principal temor de los agricultores de aquí a octubre.
La percepción sobre la extensión de la baja en la cantidad de horas de frío acumuladas, en todo caso, no es universal. Renato Huber, que tiene producción de cerezas en San Fernando, en la Región de O’Higgins, y en Chillán, en la Región del Ñuble, sostiene que hasta ahora ha registrado un nivel que considera adecuado.
Huber explica que más relevante en la producción será la cantidad de agua que cayó en el invierno. Las nuevas condiciones de riego cambiaron incluso el ánimo de los agricultores.
“Había proyectos de 100 o 200 hectáreas de cerezos que estaban detenidos. Con la lluvia, los agricultores se lanzaron a buscar las plantas en los viveros para plantar. Fue determinante la acumulación de nieve en la cordillera, que es la más alta en muchos años. Eso da mucha tranquilidad”, sostiene Huber.
Sebastián Warnier, en todo caso, aunque asume que la menor acumulación de horas de frío puede limitar el número de frutas por cerezo, también se abre a la posibilidad de que aumente el calibre de las frutas, lo que juega a favor del volumen final.
El tema del calibre no es menor, porque usualmente en China se paga más por una fruta más grande. En todo caso, nada está escrito sobre piedra al respecto, pues la temporada 2019-2020 tuvo tendencia a calibres más pequeños. Dicho eso, la tendencia a cerezas grandes es un dato muy bienvenido.
Sigue el crecimiento
El potencial exportador para la temporada 2020-2021 todavía tiene muchas incógnitas por despejar. Una serie de heladas relevantes o lluvias en primavera puede tirar por el suelo los cálculos más razonados.
Sin embargo, como pocos rubros, en las cerezas las proyecciones tienen que incluir un elemento importante a favor del volumen: el fuerte crecimiento de las plantaciones de cerezas.
Se estima que las casi 4.000 hectáreas que se plantan anualmente representan por lo menos el ingreso de 600 mil a 700 mil cajas anuales.
En la temporada 2016-2017 se exportaron 83.765 toneladas y en 2019-2020 se cerró con 228.591 toneladas en envíos de cerezas, un crecimiento de 172% en cuatro años.
“Todos sabemos que las plantaciones de cerezas han crecido fuertemente en los últimos años y el potencial de crecimiento es muy fuerte actualmente, en torno al 20% anual. De hecho, en los cálculos realizados por iQonsulting en términos de potencial, es decir, si todo fuera perfecto en términos climáticos, podrían llegar a exportarse 275.000 toneladas esta temporada 2020-2021. No obstante, la probabilidad es baja y lo más probable es que se sitúe en torno a las 250.000 toneladas”, sostiene Isabel Quiroz, directora ejecutiva de iQonsulting.
En tanto, la proyección de la consultora Decofrut apunta a un piso cercano a las 243 mil toneladas para 2020-2021.
“Un escenario probable para esta temporada es que Chile exporte entre 48 a 50 millones de cajas de cerezas, teniendo en cuenta que el año pasado se exportaron 45 millones de cajas”, sostiene Manuel José Alcaíno, de Decofrut.
Mejora la economía china
Sin embargo, una cosa es producir la fruta; otra muy distinta es venderla. Más difícil aún es comercializarla a un precio interesante para los agricultores.
La campaña 2020-2021 partirá con un punto de comparación bastante alto. La temporada pasada fue inusualmente de precios altos hasta la detención de fines de enero por el coronavirus. Ya está dicho que la falta de lluvias permitió una buena condición de llegada a China. La venta fue muy ágil, pese al aumento de volumen.
“Los buenos precios de las cerezas son muy bienvenidos; sin embargo, no podemos pensar que se van a mantener por mucho tiempo. En mi caso prefiero pensar que son una especie de ‘Veranito de San Juan’ y que en algún momento la rentabilidad va a ser similar a la de otros frutos. Prefiero proyectarme con retornos de US$ 2,5 en el largo plazo. Los ingresos adicionales es mejor usarlos para invertirlos en los huertos, para asegurar la producción, como sistemas de control de heladas o techos donde sea necesario. Así te aseguras que el proyecto se va a sostener en el tiempo”, afirma Huber.
En todo caso, las expectativas son optimistas para 2020-2021. La economía de China retomó el crecimiento y el mercado ya se comienza a mover.
Conocedores de la industria concuerdan que los compradores chinos se han mostrado bastante activos en las últimas semanas en la búsqueda de proveedores de cerezas.
“La situación económica en China no es problema actualmente, crecerá en torno al 1% con un gran rebote para el 2021; este no es el problema. Además, la demanda por cerezas en China es fuerte y sólida. El crecimiento de Chile en producción de cerezas y el mayor potencial de exportación a China puede ser absorbido fácilmente si estuviéramos en una situación sin rebrotes de coronavirus”, sostiene Isabel Quiroz, de iQonsulting.
La ejecutiva cree que es probable que se enfrenten períodos de mayor lentitud en el mercado que presionen los precios.
“En términos de distribución, se ha avanzado mucho. Por supuesto que el canal online jugará un rol importante, especialmente en zonas que se cierran por temas sanitarios. Afortunadamente, el gran desarrollo de la industria chilena, con sus diversos tipos de envases ‘sellados’, facilita la distribución y mantención de la condición sanitaria del producto. Un aspecto basal en estos momentos. Desde esta perspectiva, hay que repensar la exportación en 5 kilos a granel”, agrega Quiroz.
Un elemento importante que diferenciará esta temporada de las pasadas es que el año nuevo chino será tardío. Por regirse por el ciclo lunar, en 2021 caerá el 12 de febrero, casi tres semanas después que en 2020, cuando se celebró el 25 de enero.
Esas semanas adicionales implican una ventana de comercialización más grande. El año nuevo lunar es el período de mayor consumo de cerezas en China. La cereza llega en el momento preciso. Es de color rojo, el símbolo de la buena suerte en ese país, y también es cara, lo que la convierte en un regalo muy buscado para esa época.
En principio, un año nuevo más tardío permite una ventana más amplia de comercialización. Un punto a favor de los agricultores chilenos. Sin embargo, también puede generar el riesgo de que los exportadores tiendan a retrasar la comercialización con el fin de acercarse al momento de más alto consumo.
Sebastián Warnier, en todo caso, saca a colación que en las últimas temporadas la producción de cerezas ha ido al mismo ritmo del año nuevo lunar. Por ejemplo, el año pasado, que se adelantó, los cerezos también lo hicieron. La baja acumulación de horas de frío de este año podría volver más lentos los procesos fenológicos.
Por el momento, en todo caso, la logística juega a favor de los cereceros. Con el comercio mundial en sus mínimos en años, las navieras están muy interesadas en el movimiento de las cerezas a China. El año pasado fueron 20 los barcos rápidos conocidos como “Cherry Express” que funcionaron en la temporada.
Las naves operan a alta velocidad y demoran tres semanas en cubrir la ruta entre Valparaíso o San Antonio y China. Las rutas tradicionales demoraban cerca de diez días más. Este ahorro en tiempo significa que la fruta tiene más “piernas” al llegar a China, lo que garantiza una mejor condición y facilidad en la venta.
La mayor velocidad significa un gasto de combustible más alto y fletes navieros más caros. Por eso las firmas náuticas miran con buenos ojos a los cereceros chilenos.
“Hay interés de las navieras por mantener e incluso crecer con los barcos rápidos en la próxima temporada”, sostiene Cristián Tagle, presidente del Comité de Cerezas.
La logística, en todo caso, puede generar un dolor de cabeza para los productores de primores de cerezas. Usualmente, se aprovecha de enviar por avión en noviembre y comienzos de diciembre a China para aprovechar el mercado desabastecido.
“Con las precauciones que toman las autoridades sanitarias chinas por el coronavirus, los embarques aéreos de alimentos se están revisando mucho más. Se habla de que se está inspeccionando hasta la mitad de los embarques. Cada vez que se hace, se pierde la cadena de frío, lo que es un riesgo para la condición de la fruta. Si se mantiene esa situación, va a ser más conveniente no apurarse y enviar por barco, donde se inspecciona mucho menos a las frutas”, sostiene John Botto.
Fuente: Revista El Campo, El Mercurio.